CARTA PARA UN BUEN MAESTRO
Apreciable compañero maestro:
Alguna vez leí una frase que
decía “El éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día”, y me
causo tal impacto que decidí imprimirla y colocarla en algún lugar donde la
pudiera ver cada vez que me fuera posible.
¿Cómo es que una frase tan sencilla y corta, muestre tanta profundidad?
¿Sabes? Con ella entendí que los esfuerzos pequeños que hacemos cada día, cada
momento y en cada lugar hacen la diferencia de la excelencia en cualquier
ámbito que nos manejemos….pero como tú y yo somos colegas maestros, conviene
preguntarnos ¿En qué consiste el éxito de un maestro? ¿Qué elementos pueden
llevarnos al verdadero éxito docente?
Por ello, pensé en escribirte esta carta y describirte en ella, para mí
que es “SER UN BUEN DOCENTE”.
Estimado maestro (a)
Hace tiempo hice una lectura del texto denominado “Lo que hacen los mejores profesores universitarios” cuyo autor es Ken Bain. La lectura del mismo vino a inyectarme entusiasmo en el quehacer cotidiano de mi aula, de mi clase, de ese lugar en el que el aprendizaje no es un sustantivo si no un verbo activo…. Recuerdo que al abrir ese blog escribí la siguiente reflexión: “Ser docente es una de las más complejas y útiles profesiones", pues se cultiva en tierra fértil, en mentes y espíritus de niños, jóvenes y adultos, sin importar el género, raza o condición social y económica; es la profesión más noble y entregada, esa en la que cultivas y cosechas en compañía del tiempo; en la que la remuneración más que económica, es de compromiso con tu futuro, y de agradecimiento con tus raíces; es tu presente.
Aprender a ser maestro, va más allá que tomar un curso, es vivirlo, emocionarse, imaginarse y preparase, es buscar el éxito en el de tus pupilos, en el que se reflejara tu propio éxito personal y profesional.”
Hace tiempo hice una lectura del texto denominado “Lo que hacen los mejores profesores universitarios” cuyo autor es Ken Bain. La lectura del mismo vino a inyectarme entusiasmo en el quehacer cotidiano de mi aula, de mi clase, de ese lugar en el que el aprendizaje no es un sustantivo si no un verbo activo…. Recuerdo que al abrir ese blog escribí la siguiente reflexión: “Ser docente es una de las más complejas y útiles profesiones", pues se cultiva en tierra fértil, en mentes y espíritus de niños, jóvenes y adultos, sin importar el género, raza o condición social y económica; es la profesión más noble y entregada, esa en la que cultivas y cosechas en compañía del tiempo; en la que la remuneración más que económica, es de compromiso con tu futuro, y de agradecimiento con tus raíces; es tu presente.
Aprender a ser maestro, va más allá que tomar un curso, es vivirlo, emocionarse, imaginarse y preparase, es buscar el éxito en el de tus pupilos, en el que se reflejara tu propio éxito personal y profesional.”
Ser un buen docente es guiar ética y axiológicamente a tus
alumnos para que consigan aprender; es
enseñarles el camino para que ellos aprendan para toda su vida, valorando su
propio aprender al desarrollar un pensamiento crítico y propositivo, utilizando
al máximo su creatividad y curiosidad para resolver diversos problemas.
Un buen maestro conoce su materia o asignatura porque
constantemente se reinventa, investiga, comprueba y razona, por lo que nunca está en estática
real, se autoevalúa y reenriquece constantemente.
Un buen maestro genera un ambiente de aprendizaje optimo tal
que el aprendizaje se hace natural, busca estrategias diversas que lleven a la
totalidad de sus alumnos con características diferenciadas a construirse a sí
mismo y a entender y practicar la cultura del esfuerzo en un ambiente de
confianza y respeto entre docentes alumnos, alumnos-alumnos y
alumnos-docentes.
Recordando a Bain, te comento que algunas de las estrategias didácticas que los
buenos docentes utilizan con su grupo son el inicio de la clase con preguntas
entabladas en un “dialogo socrático”
(mayéutica diría yo) exhortándolos a pregustarse siempre a sí mismo y
esto que aprendo ¿para qué sirve?, ¿a quién le sirve?. Lo que un buen maestro desea conseguir no
es el simple hecho de transmitir
conceptos , sino incentivar a sus
alumnos a que piensen, razonen, comuniquen y argumenten, con la finalidad de
estar en capacidad de autoevaluarse formalmente. Me gustaría que la escuela no fijara su
organización en la “disciplina” estricta, y en el silencio áulico, al contrario
me gustaría que el “ruido” de aprendizaje sonara tan fuerte que llegue al
espíritu y razón de cada alumno.
Un buen docente genera propuestas de solución cuando en la
relación dada entre alumnos se rompe algún valor, los invita a
identificar, y a reflexionar sobre el
propio actuar, para hacerse consciente de ello y corregir prácticas nocivas
para el individuo y la sociedad. Por
ello, una buena práctica docente es que el maestro “aprecie el
valor individual de cada estudiante”, sin importar su contexto
crítico, ni sus condiciones, pues no es quién para juzgar, etiquetar o
clasificar, es un promotor de la persecución de objetivos de aprendizaje esperado.
Debe facilitar el aprendizaje con el “compartir” experiencias, tips, trucos
o atajos para plasmar en la mente de los alumnos de manera permanente la construcción de su conocimiento.
Recuerdo que cuando trabajaba en una escuela de servicio particular era muy común
que tuviéramos evaluaciones a docentes
hechas por alumnos. Entonces caía constantemente en la reflexión de mi propia practica docente, me preguntaba ¿que estás
haciendo mal o bien para que tus alumnos opinen algo respecto de ti? (como felicitación o como critica), con base ¿en que criterios lo hicieron? y ¿qué puedo hacer para mejorar?. Hoy continuo cayendo en lo mismo, independientemente de tratarse de escuela publica o privada, de nivel básico, superior, posgrado o multigrado. Se dice que un buen maestro no tiene un vestuario
específico, pero si se caracteriza por una
presentación limpia y pulcra, por dominar su asignatura, por hacer
correctamente la construcción de su planeación y su implementación, por considerar el contexto, cuidar la mediación, por tener buena
oratoria, manejo de voz e inclusive el control de miradas, y por que no por "ver mas allá" en las actitudes de sus alumnos, para llevarlos a construir su propio conocimiento, para descubrir lo que son capaces de hacer. ES decir, un buen maestro debe tener conocimiento y experiencia, pero sobre todo debe poseer cualidades de líder.
Una buena señalización de lo que significa ser un buen maestro, es que lo mejores hacen participar a todo el grupo utilizando diversas técnicas
que provoquen dinámica dentro de un
grupo; el buen maestro por tanto, estimula a los alumnos a la
construcción de su propio aprendizaje permanente.
Los buenos maestros se
autoevalúan e intentan resolver su propio proceso de aprendizaje en su aula,
por ello a mí me gustaría que en mi clase la cultura del esfuerzo y del
aprendizaje colaborativo fuera una práctica cotidiana, ejerciendo la autonomía
para reinventarse a sí mismo cada día.
Recuerda siempre, que los buenos maestros utilizan humildad e inteligencia en su
actuar, y en su proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que trata la diferencia estudiantil en
el aula, al desarrollar actividades retadoras y desafiantes en las que
“enganche” en la etapa de inicio de la secuencia didáctica, procurando el
alumno esté atento, listo para comprender, practicar, apto para superar los
obstáculos y la frustración, listo para aprender a aprender.
Ten siempre presente que un buen docente se esfuerza
diariamente, se reinventa, se corrige y se autoevalúa para mejorar,
preguntándose si va por buen camino o no, o si está evaluando óptimamente o
no….o si nos equivocamos o no… o si…te parafraseo con lo que inicie esta carta “El éxito es la
suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día”. El éxito de un buen maestro es hacer esos
pequeños esfuerzos para que los alumnos aprendan naturalmente, basándose en su
curiosidad e intereses en un ambiente cotidiano de confianza”.
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